jueves, 26 de junio de 2014

CURARSE REQUIERE TIEMPO


"Una de las grandes desventajas de la prisa es que lleva demasiado tiempo". (Gilbert Keith Chesterton).



Todos los procesos y acontecimientos de la vida requieren su tiempo, todo necesita un antes y un después. La curación no es ninguna excepción.

Cuando una persona se encuentra mal, se implican muchos factores dentro de ella, tanto físicos-energéticos como emocionales. 

Las personas queremos un alivio inmediato a nuestra situación, ya sea una enfermedad, un dolor, un problema, un acontecimiento emocional, una situación estresante...Queremos que todo se arregle sobre la marcha, y eso no es posible.

El alivio y la satisfacción inmediata son nuestros objetivos, pero no existe ningún proceso que no requiera su tiempo. 

cuando tenemos algún dolor, padecimiento o situación que nos desequilibra (enfermedad, ansiedad, estrés, depresión), tomamos cualquier fármaco que altera nuestros sentidos, lo enmascaramos, en vez de averiguar qué es lo que me ha llevado a esa situación. 

Estamos en una sociedad que toma pastillas para todo: para dormir, para despertarnos, para el dolor, para la acidez, para la ansiedad, otra por si acaso...y no dejamos que la naturaleza siga su curso.

El dolor es un síntoma, una señal de llamada de la naturaleza para decirnos que algo no funciona bien en nuestro organismo. Son avisos del cuerpo y de la mente que nos advierten que no llevamos un estilo de vida adecuado. 

Si persistimos en esa situación, aparecerá la enfermedad. Si solo tratamos los síntomas físicos, la enfermedad no se tratará desde su raíz, y volverá a aparecer...si es que alguna vez se fue.

Nuestro cuerpo es sabio. Él sabe por qué nos pasan las cosas. Deberíamos hacerle caso, saber qué significa ese dolor, entender qué lo está provocando, y así poder sanarnos solos, sin necesidad de fármacos.  Pero no le dejamos que actúe y se cure por sí mismo, somos los que provocamos nuestra propia situación, nuestra enfermedad. 

Debemos entender el mensaje de cada enfermedad para poder curarnos. El proceso de sanación es un proceso innato. 

Pero no podemos dictarle a nuestra naturaleza cuánto tiempo va a tardar. Son las fuerzas internas de nuestro organismo las que rigen el proceso de sanación.

LA ALIMENTACIÓN CONSCIENTE

Nos ayuda a prestar más atención a las texturas, olores y sabores, así como al impacto de los alimentos en nuestro cuerpo, y en nuestro estado espiritual y emocional. También nos armoniza y estabiliza nuestro peso.



La alimentación consciente es el arte de comer en estado de plena consciencia, prestando atención a las texturas, olores y sabores tanto como al impacto de los alimentos en nuestro cuerpo, en nuestro estado espiritual y emocional. También es el ser consciente del impacto ecológico en el planeta que tiene los alimentos que consumimos. La alimentación consciente tiene que considerarse tanto el camino hacia una existencia en mayor armonía con uno mismo, como la expresión de esa concordancia con el planeta.

La importancia de masticar

La masticación adecuada es imprescindible para la correcta absorción de los nutrientes en la comida. Cuando masticamos bien la comida se convierte en pequeñas partículas que son más fácilmente digeridas y los intestinos pueden absorber los nutrientes de manera más eficaz.

Por otro lado, masticar completamente los alimentos nos ayuda a mantener un peso adecuado, ya que cuanto más tiempo masticamos, es más probable que consumamos porciones más pequeñas. El cerebro tarda veinte minutos en comunicarle al estómago que está lleno. Así, cuanto más tardemos en ingerir la comida probablemente consumiremos menor cantidad de calorías. Masticar lentamente también nos da la oportunidad de obtener mayor consciencia de la calidad, sabor y texturadel alimento. En la saliva se encuentran las enzimas digestivas. Un mayor plazo de masticación permite que la saliva desintegre la comida facilitando la digestión en el estómago y el intestino delgado. Las partículas grandes de alimentos que ingresan en el estómago posiblemente permanezcan sin digerir cuando entran en el intestino, donde se pueden descomponer provocando síntomas como gases, diarrea, constipación, dolor abdominal y otros problemas digestivos.

Comer en silencio

Existe una tendencia actualmente a comer en silencio. ¿Pero se trata realmente solo de eso, una moda, o es verdaderamente beneficioso? En efecto, se trata de una práctica Budista de meditación durante las comida,s que se fundamenta en expandir la consciencia prestando detallada atención a la sensación que nos brinda cada bocado. Pasar 20 minutos observando y después comer una naranja se convierte en un ejercicio de atención. Justamente, uno de los problemas fundamentales de la alimentación en los últimos tiempos es la falta de consciencia al momento de ingerir. Esta práctica Budista puede ser fácilmente incorporada en la vida cotidiana.

Pero, ¿en qué estamos pensando realmente cuando comemos? Raramente en la comida misma. Comemos y hablamos, miramos televisión y nuestra atención está puesta en muchos lugares que no son la comida. A medida que comemos de manera más consciente, la cantidad que consumimos probablemente disminuirá. Comer en silencio también beneficia la digestión y nuestra sensación de bienestar. La forma en que comemos es tan importante como lo que ingerimos.

Por otra parte, mantener unos horarios estables para comer beneficia enormemente al aparato digestivo, lo regula. En la mayoría de las culturas se come tres comidas diarias. Aquellos que comen en intervalos irregulares, se ha demostrado, corren mayor riesgo de contraer resistencia a la insulina y lo que se llama síndrome metabólico. Por otro lado, hay que preguntarse cada vez que se come si uno realmente siente hambre o no, el cuerpo es muy sabio, nuestra tarea es aprender a escucharlo.

Pero, ¿cómo lograr comer tranquilos cuando tenemos poco tiempo y solemos almorzar en lugares ruidosos? Es fundamental hacer el esfuerzo de encontrar, en lo posible, una plaza o lugar más tranquilo cerca de nuestro hogar o del lugar de trabajo donde solemos comer. Igualmente, la tranquilidad es un estado interno que se puede cultivar con solo respirar conscientemente y focalizar nuestra mente en el acontecimiento de la comida. Hay muchas técnicas de respiración provenientes del yoga, terapia que se pueden utilizar para fomentar la tranquilidad.

Comer en familia

Es ideal para fortalecer los lazos afectivos. Para muchas familias, la cena es el único momento de encuentro y diálogo en todo el día. Comer en familia también presenta una gran oportunidad para transmitir a los hijos la importancia de una correcta alimentación y una actitud de gratitud hacia los alimentos. En general, hace falta probar un nuevo alimento ocho a diez veces hasta que es aceptado por un niño. También es importante educar a los niños en los métodos de preparación de la comida e involucrarlos en su proceso de planificación y preparación. Se come mejor cuando uno mismo fue partícipe de la preparación, y se la disfruta de una mejor manera.

(Fuentes: Revista Salud Alternativa, alimentacionconsciente.org).


martes, 10 de junio de 2014

ESCUCHA A TU CUERPO

La mente es la parte interior del cuerpo y el cuerpo es la parte exterior de la mente, por lo que cualquier cosa puede empezar en el cuerpo y penetrar en la mente o viceversa; empezar en la mente y penetrar en el cuerpo”. Angel Parra Moreno




Aunque tus órganos, células, huesos y articulaciones no pueden decir palabra, sí se comunican contigo. Últimamente hemos perdido contacto con nuestro cuerpo y nos hemos acostumbrado a vivir a través, únicamente, de nuestros pensamientos, por lo que tenemos que volver a aprender a escuchar lo que nuestro cuerpo nos dice todos los días.

Tener consciencia de tu cuerpo es la habilidad de enfocarte en tus sensaciones y emociones (las dos forma de comunicación del cuerpo), en el momento presente, sin escuchar a tu mente racional.

¿Por qué sin escuchar a la mente racional? Porque la mente no siempre actúa en nuestro favor, sobre todo cuando tendemos a racionalizar lo que sentimos, es decir, cuando intentamos autoconvencernos, "lavarnos el cerebro".


Nuestro cuerpo y nuestro espíritu son una sola cosa. Lo que beneficia a uno, favorece al otro, pero también, lo que afecta a uno, perjudica al otro. Seguramente seas consciente de esto desde hace tiempo, pero nunca te has parado a pensar que vives con esto todos los días.

Vivimos las emociones y la espiritualidad en el cuerpo, sin embargo, para poder entender mejor esto, tenemos que separarlos por un momento. Nuestro cuerpo es el vehículo de las emociones y se divide en tres grupos:


El tejido blando. Son los músculos, órganos, tendones, tejido conectivo, nervios, cartílagos y articulaciones. Todos están relacionados con la mente y con nuestras creencias.


El tejido duro. Son los huesos. El tejido duro es lo más intrínseco de nuestro ser porque es el sostén de nuestro cuerpo. Está íntimamente relacionado con lo que está en lo más profundo de nosotros, que es nuestra esencia, es decir, nuestra alma.


Los líquidos. Aquí están incluidos todos nuestros fluidos corporales: la sangre, la saliva, el sudor; la orina y las secreciones sexuales. Éstos transportan los nutrientes por todo nuestro organismo y esto, a fin de cuentas, representa las emociones.

La enfermedad, una alarma de la mente


La enfermedad es un mecanismo que nos indica lo que está pasando en nuestra alma. Existe una correspondencia exacta entre los problemas del cuerpo y los emocionales y si les hacemos caso, podremos no sólo resolver lo que nos molesta, sino mantener intacta nuestra salud integral. Las enfermedades más serias no se presentan de un día para otro, son el resultado de años y años de experimentar y darle vueltas a una serie de emociones y sentimientos negativos. El cuerpo nos va mandando señales a lo largo del tiempo, hasta que un día no puede más, y la manera de sacar el sentimiento negativo es liberar la enfermedad.

Nuestro sistema de creencias le da forma al cuerpo físico. Estamos constituidos en nuestra mayoría de tejido blando y si crecemos con un sistema de creencias distorsionado, nos vamos a adaptar físicamente al mundo donde estamos. Desde pequeños, distorsionamos la energía de quienes somos como un mecanismo de defensa: así es como desarrollamos nuestra personalidad. Cuando recuperamos el contacto con nuestra esencia, nos vemos en la necesidad de liberar esta distorsión.

¡Libérate!


Necesitamos darnos cuenta de en qué momento revertimos esta energía en contra de nosotros mismos y soltar ese patrón. Ya no nos sirve, nos sirvió en algún momento de la vida, así que hay que darle las gracias y dejarlo ir. En ese momento, seremos capaces de restablecer el flujo natural de la energía que se mueve en todos los niveles, incluyendo nuestro organismo. Es un proceso cuerpo-energía-conciencia.

Lo que somos es el resultado de la educación que hemos recibido, de las circunstancias que nos tocó vivir y de las creencias que nos inculcaron. No somos responsables de ello, pero sí podemos cambiarlo para ser felices.


QUERERSE A UNO MISMO

"No hay amor suficiente capaz de llenar el vacío de una persona que no se ama a sí misma" (Irene Orce).


Nuestra civilización inculca principios como el respeto al ser humano, el sacrificio, la expresión del amor, el buen trato, la comunicación, etc, pero estos principios están dirigidos al cuidado de otros. Si una persona expresa amor para con los demás es calificada como un “ excelente persona”; si las personas se autoelogian producen rechazo y fastidio, el hecho es que la sociedad nunca reconoce lo propio sino lo de los demás; aprendiendo la base de la evaluación ajena, que es la autoevaluación.


Desde pequeños se nos enseña el autocuidado, como cepillarnos los dientes, bañarnos, comer, pero no se nos enseña a querernos, a gustarnos, a contemplarnos ni a confiar en nosotros mismos. La imagen que tenemos de nosotros no tiene que ver con herencia, nosotros mismos la formamos. Un aspecto interesante para señalar es que las personas con problemas son demasiado duras con la autocrítica y blandas cuando critican a otra gente. En cambio, los sujetos que muestran una buena autoestima, se protegen siendo más suaves a la hora de autoevaluarse. Un acto de suficiencia en beneficio propio.

La autocrítica es buena y productiva si se hace con cuidado. Las personas que entran en un sistema de autoevalución inadecuado dicen "soy torpe", en vez de decir que "me comporté torpemente", adquiriendo así un autoconcepto negativo. Sin embrago, es necesario mantener niveles de exigencia personal moderada para ser competentes. Las personas que hacen del éxito un valor, viajan mal. Quizás la felicidad no este en ser el mejor hijo, la mejor mamá, sino intentarlo de manera honesta y disfrutando mientras se transita hacia la meta.

1. Trata de ser más flexible, tanto con otros como contigo: no hay nada totalmente bueno o malo.

2. Permítete no ser normativo. Se más informal un día, a ver que ocurre.

3. Trata de no ser perfeccionista: pierde el miedo, desordena un poco tu vida.

4. Concéntrate en las matices. Piensa más en las alternativas y en las excepciones a la regla.

5. Revisa tus metas y las posibilidades reales para alcanzarlas: no te coloques metas inalcanzables.

6. Si solo miras tus errores, no verás tus logros.

7. No pienses mal de ti: afortunadamente no eres perfecto, si descubres que con tus palabras te tratas mal, cambia.

8. Debemos definir nuestros propios criterios de lo que es bello o estético, arréglate para ti y no para otros.

9. Descarta la perfección física y los criterios estrictos; disfruta de lo que tienes y no te exijas lo imposible.

10. Descubre las cosas que te gustan de ti: siéntete feliz con tus atractivos físicos, destaca lo que te agrada de ti.

Tu autoimagen se transmite a otros; lo que pensamos de nosotros es lo que reflejamos hacia los demás. La mejor manera de romper el círculo negativo es gustarte.

El aspecto físico es solo uno de los componentes de tu autoimagen, no se refiere a que descuides tu físico, sino que lo ubiques en el lugar que corresponde.

No importa qué seas y cómo seas, si realmente te agradas y gustas, siempre encontrarás alguien a quien gustar. Gustarse es abrir los horizontes afectivos. Es arriesgarse y aumentar las posibilidades de conocer gente.